LEONARDO, el desconocido que me conocía

2do. Vig.´.
Rito de York
Por Salvatore Brienza 
Al M.´.M.´. Leonardo S. M.
In Memorian

Hace 30 años, que habiéndome iniciado en la Masonería un jueves 17 de noviembre de 1994, tuve la dicha de conocer personalmente a mi proponente. Él era un "Desconocido Masón" que, sabiendo de mi interés por la Masonería decide invitarme. Durante 2 años, nos mantuvimos comunicados, y yo, como profano no sabía nada más que su nombre "Leonardo".
En ese momento, devoré libros, enciclopedias y diccionarios masónicos, creyendo poder develar los misterios de la Orden. 
Él siempre estuvo al tanto de mis lecturas y cada vez que hablábamos, me decía: "Que tal van las lecturas?"
Con el Mandil de Aprendiz Masón
R:. E:. A:. y A:.
Un día, me envía un sobre con un formulario. Allí estaba la Solicitud de Afiliación a la Masonería Paraguaya.
Me llama por teléfono, en esa época no había teléfonos celulares, y mucho menos internet. Me dice que, no debo completar el formulario hasta que él me lo indique.
Pasa el tiempo, y nada. Espero siempre ansioso esa comunicación, mientras esperaba, sólo me quedaba leer.
Y un día, me pide que complete el formulario con letra legible y adjunte todos los documentos que me son solicitados. Me apresuro a completar, y las preguntas no eran complicadas, pero creo que tenían una finalidad, conocer mi opinión sobre valores como la Justicia, la Tolerancia, la Verdad, la Honestidad.
Además, me preguntaban si tenia claro los conceptos de nacionalismo y patriotismo entre otros temas.
Con el Mandil de Compañero Masón
R:. E:. A:. y A:. 
Una vez terminado, lo pongo en un sobre y entrego a la persona que funge de correo entre ambos. Nunca me atreví a preguntarle, si conocía o no a Leonardo. Y esta persona, me decía: "Leonardo te envía esto" o "Gracias, le entregaré".
Sólo atinaba a decirme: "Si Leonardo necesita algo, seguro te va a llamar". 
Pasó el tiempo que había entregado el sobre y ni una llamada, ningún mensaje u otro sobre.
Así pasaron unos meses. Y recibo una llamada de un desconocido que me dice: "Señor Silvio Benítez, necesito que usted vaya (Me dice el día, fecha y hora) a la Oficina de (Me indica el nombre) en la dirección (Muy bien indicada). Ahí va a preguntar por  (me dijo el nombre de esa otra persona), quien le hará algunas preguntas."
En la fecha indicada fui, temeroso de recibir un cuestionario mas extenso que el del formulario. Pero no tenía nada que perder, era yo y lo que sabía (o creía saber).
Con el Mandil de Maestro Masón
R:. E:. A:. y A:.
Hable con esta persona que me preguntaba por mis padres, hermanos y hermanas; y muchas cosas que tenían que ver más con mi entorno familiar con la Masonería. 
Ya casi al final, me pregunta: "¿Para qué quiere entrar en la Masonería?". Por cierto, todo el interrogatorio ocurrió en su oficina, cuidándose siempre de que no haya otra persona cerca. Al retirarme, me dijo que otra persona me llamaría. Que estuviera atento.
Así pasó una o dos semanas y recibí otra llamada, donde me daban casi las mismas indicaciones.
Acudí en la fecha, y hora indicada, y me encontré con una persona muy jovial, que me hablaba en parte  en español y en parte en guaraní.
Me invitó a tomar café. Lo que recuerdo muy bien es que tenia su escritorio lleno de papeles y muestras gráficas. Era un gráfico, atrás se escuchaban las máquinas de imprenta trabajando sin parar y el olor a tinta.
Con el Mandil de Maestro Masón
Rito de York

Yo que no hablo casi en el idioma nativo, fui haciendo malabares lingüísticos para responder. Intuyo que se daba cuenta, lo difícil que era para mí comunicarme.
Me preguntó por mi trabajo, mis amigos, cual era mi vida social. Si tenía alguna preferencia partidaria o ideológica. Si estaba estudiando en algún lugar. Eran preguntas mas bien de mi entorno social.
Respondía lo que podía. Lo que entendía muy bien es que "estaba indagando sobre mis referencias sociales".
Y después de casi dos horas, me preguntó: "¿Qué esperas obtener de la Masonería?.
Respondí, todo lo que sabía, pero me quedaba la duda. ¿Será que este es el camino que busco?
Al salir, me dice: "Te van a llamar por última vez. No desistas"
Pasaron los días, y recibí una llamada citándome con los mismos términos.
El local donde me indicaban estaba sólo a media cuadra de mi trabajo. Y era el local de la Masonería Paraguaya, en la calle Palma entre Montevideo y Colón.
Cuando llegué, apareció una persona joven, muy diferente a los otros. Que eran mucho mayores que yo. Me llevó a una sala de recepción y me dijo que tomara asiento, que me sirviera agua o café. "Lo que guste" me dijo, mientras subía por una escalera de madera en el entrepiso.
Con el Mandil de Masón del Arco Real
Rito de York
En la sala de recepción había cuadros de masones, símbolos que me eran conocidos pero no entendía.
Luego bajó una persona mayor, cara de pocos amigos, ojos claros, un recorte de pelo prolijo, diría que tenía un porte militar.
Se sentó en uno de los sillones marrones, tipo sofá y me empezó a preguntar casi sin darme tiempo para pensar: qué sabía de la masonería, si tenía algún amigo o conocido masón, si mis convicciones religiosas hasta dónde llegaban, si que pensaba de lo esotérico, si entendía lo que significaba un símbolo, y que creía que era un ritual.
Respondí todo lo que podía, desde mis lecturas y conocimientos previos. En un momento me dijo: "¿Tomaste agua o café?". Le dije que sólo había tomado agua.
Entonces me dijo: "Esta es la última entrevista. Si todo va bien. Te llamarán para consultarte otras cosas" Y me despidió pidiendo que no cuente a nadie, que estuve en ese edificio.
Bueno, no sabía como iba a salir a las 10 de la mañana en plena calle Palma. Y si alguien me veía, ¿Cómo iba a decir que no estuve ahí?.
Con las indumentarias de 1er. Vigilante
R:. E:. A:. y A:.
Pasó unas semanas más y recibí un llamado de Leonardo que me preguntó: "¿Ya te llamaron?" Le respondí que no. Y me dijo "¿Tenés traje negro o de color oscuro? Si no tenés, podés irte a Sastrería Robert y pedí uno o que te hagan uno. Si no tenés comprate una camisa blanca, zapato negro y corbata negra. Ya me pondré en contacto contigo."
En esa semana, me puse en campaña. Iba de aqui para allá. La camisa compre en La Riojana, el calzado en Zapatería Don Pedro o San Pedro, no recuerdo bien. Y el traje en Sastrería Robert.
Unos días, era un martes, después de recibir mi traje, Leonardo me llama y me dice: "El Jueves 17, a las 15:00 horas en el Café Brasil, una persona pasará a buscarte por tu nombre. Suerte". Y colgó, sin que yo le dijera gracias o si íbamos a encontrarnos. Me envolvió un poco de tristeza. El hombre a quien sólo conocía como "Leonardo" se había ido. 
Ese fue el día de mi iniciación.
Con Mandil del Maestro Masón Instalado
Rito Forestal Carbonario

Cuando terminó la Ceremonia, todo el templo estaba alborotado porque los HH.´. de la Logia nos saludaban a mí y  a los HH.´. que se iniciaron conmigo. Éramos 5.
Desde atrás una persona me toca el hombro y me llama por mi nombre: "Hermano Silvio". Giro y veo a una persona seria, muy elegante, pero en su rostro había alegría y me dice: "Soy Leonardo, bienvenido a la Masonería. Esta será tu casa desde ahora. Aquí debes saber que tenemos libertad para hablar, pensar y decir lo que queremos, siempre y cuando sea razonable. Ahora sí va a tener sentido todos tus libros".
Ese día conocí a mi Padrino Leonardo S.M. y así lo recuerdo.
Este año, se cumplen 10 años de su partida al Or.´. Et.´. y nunca olvido todo lo que me enseñó desde su forma de ser, actuar y sus palabras, mesuradas, medidas y por sobre todo bien sabias.
¡¡¡Que el G.´. A.´. D.´. U.´. lo tenga entre sus más queridos Obreros.!!!

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