Impresiones sobre mi Iniciación (Plancha de hace 30 años)



A.'. L.'. G.'. D.'. G.'. A.'. D.'. U.'.

V.'.M.'.

1er. Vig.'.

2do. Vig.'.

QQ.'.HH.'.TT.'.

Me han encomendado la no muy fácil tarea de escribir mi impresión sobre la Inic.'. Mas.'. del día jueves 17 de noviembre de 1994. Espero con esta plancha poder llegar a mi objetivo, el cual es acercarles a todos los HH.'. mi experiencia en la INICIACIÓN MASÓNICA. En esta plancha quisiera expresar mi más sincero agradecimiento a todos los HH.'., en especial a aquellos HH.'. que han -de alguna u otra forma- colaborado con mi admisión a esta Aug.'. y Resp.'. Log.'. PAZ Y JUSTICIA N° 12.

LA INICIACIÓN, MI INICIACIÓN

No es muy fácil escribir sobre LA INICIACIÓN de uno mismo. En ese momento uno está nervioso, y tratar de recordar, ahora, todos los acontecimientos que ocurrieron es muy difícil hacerlo. Cuando uno se encuentra en la necesidad de escribir sobre MI INICIACIÓN, tengo que admitir y me veo obligado a agradecer a los intelectuales masones que han escrito libros, porque ellos fueron los que me trajeron hasta esta Aug.’. y Resp.’. Inst.’. Mas.’., a la que tanta admiración y respeto tengo. Tomar como punto de partida la entrada al edificio es para mí un acontecimiento único en la INICIACIÓN, porque nos hace entender la falta de conocimiento, la poca instrucción y lo que es muy importante, el absoluto secreto que rodea a la Inst.’. Mas.’. Uno no sabe nada. El temor se hace dueño de cada uno antes de entrar. Uno llega hasta a dudar si será el camino correcto. Pero cuando uno cruza el umbral, se encuentra adentro y, todo está por empezar. Los temores no nos abandonan, sino más bien aumentan. Uno es interrogado, y dudamos para responder, señal inequívoca de nuestros prejuicios hacia lo oculto y misterioso. Vemos oscuridad. Tratamos de distinguir las voces, pero no nos animamos a preguntar quiénes son.

Somos parte de un mundo completamente distinto al que vamos a ingresar. Nos vemos en la terrible situación de tener que volver a pensar en la opción que acabamos de tomar. Nos quedamos ciegos al salir del viejo mundo, y entramos ciegos en el nuevo mundo. Dejamos el viejo, para descubrir el nuevo. Vamos andando por el camino que nos lleva hacia la luz. Camino que muchos grandes hombres recorrieron y LUZ vieron al ser iniciados.

En el fondo de nuestras conciencias, aspiramos a ser como ellos, seguir sus ejemplos. Sentimos los terribles sentimientos de angustia y desesperación al entrar en un recinto desconocido para los PProf.’.. En cada paso un golpe, un ruido, una palabra. Hay un motivo para que miles de preguntas vuelvan dentro de nuestras cabezas. Pero no nos sentimos desprotegidos del todo. Hay una mano amiga, una mano experta, una mano fraternal que nos guía por el sendero desconocido. Ignorado por nosotros, pero conocido por él. En ese camino, hay puertas que se abren y se cierran. Que estimulan el andar. Porque cuando atrás una se cierra, otra se abre ante nosotros. Lenta o violentamente, rechinando en goznes desvencijados. Esperando que reaccionemos antes todas estas nuevas situaciones y en todo momento, la tranquilidad y la seguridad, van unidos a un cierto grado de temor.

Cuando uno llega al cuarto de reflexión y se despoja de la venda; con los ojos seminublados ve el mundo en sus diferentes facetas y uno piensa que aspirar a ser perfectos va más allá de los propios conceptos de Límite que tenemos o que uno pone realmente su esperanza en el ser supremo y termina meditando tranquilamente pues se da cuenta que nada tiene que temer de los masones. Esta frase muy importante, es la que me sirvió de apoyo en la decisión de seguir adelante, a pesar de la intranquilidad de estar encerrado en un cuarto, pequeño, oscuro, en medio de ataúdes, cráneos humanos, de estar vendado, de estar siendo interrogado por personas que uno no conoce, y por, sobre todo, de seguir ingresando a un mundo donde el estudio del Misterio es la estructura fundamental de su historia.

Todo está pasando, creemos que lo hemos hecho bien y que el momento de ver la luz está cerca, la impaciencia nos acompaña desde ahora, pero el temor y la angustia siguen firmes al lado nuestro. no hay miedo, hay temor que es más terrible cuando se junta con la angustia y la impaciencia. Vienen, van, caminan, se quedan, hablan, ríen, nos alientan, nos preguntan, cuentan historias sobre ellos y otros que no están allí, pero hay mucha fraternidad, los oigo; hay mucha igualdad, lo siento y por sobre todo hay mucha libertad, lo espero. Se acercan a nosotros, sentimos que están allí, pero no sabemos quiénes son. Esperamos ver la luz. Queremos ser masones. Deseamos compartir, poder reír con ellos, sentirnos hermanados. La impaciencia deja ver sus efectos.

Nos llevan adentro, Nos despojan de nuestra indumentaria. Nos sentimos semidesnudos, estamos absolutamente desprotegidos., Pero sabemos que es un requisito que tenemos que cumplir si queremos ser masones. Debemos afrontarlo todo. Nos vuelven a preguntar detalles sobre nosotros mismos. Sentimos que estamos siendo observados. Perdimos la noción del tiempo, ya no sabemos si estamos mirando al norte o al sur, al este o al oeste, estamos desconcertados. Nos admiten en el Templo. Seguimos vendados. Entramos y el calor humano se siente en el ambiente. Música suave. Incienso. Silencio. No son pocos, son muchos. No todos están ahí. Sus voces los delatan. El de la aprobación para nosotros nos eriza la piel. Iniciamos tres viajes por caminos sucesivos. A cada paso, sentimos que estamos siendo conducidos entre ellos. Tropezamos. Hay obstáculos. Espadas que luchan., Tierra, Agua, Aire y Fuego. Es el camino de la iniciación simbólica. Es el ir y venir hacia los confines de nuestro propio descubrimiento. Ha llegado el momento decisivo, la LUZ.

Qué poema más hermoso para un iniciado masón es poder ver la LUZ. Tantos caminos recorridos en la oscuridad. Tantas preguntas pensadas, tantos temores sentidos, tantas angustias vividas. La impaciencia acompañando nuestro andar en la oscuridad, las voces, las risas, las palabras y casi toda una vida recorrida en la terrible oscuridad de la ignorancia. Pero la Luz está presente. Ya la venda ha caído y nuestros ojos buscan desesperadamente ambientarse a la Nueva luz. Estamos dentro. El rojo, las columnas, el sol, la luna y un ojo que todo lo ve. Esto es una logia pensamos, y estos son los masones. Ya soy masón. Miramos a nuestro alrededor y apenas distinguimos las espadas. Espadas apuntando a nuestros pechos desnudos y frágiles. Pero la mirada de los HH.’. no demuestran agresividad, sino más bien alegría. La alegría de poder ver los rostros de nuevos eslabones en la Gran Cadena Iniciática.

Hace instantes profanos, ahora iniciados en la masonería. Sus miradas nos dicen que también ellos recuerdan ese instante de sus propias iniciaciones. Aquel día también la luz les fue dada para nunca volver a apagarla. Sino por el contrario hacerla más fuerte y alumbrar el camino del hombre en beneficio de toda la humanidad. Me han pedido que exprese mi opinión sobre mi iniciación. Cuesta resumir en pocas palabras todas las sensaciones que experimentamos antes, durante y después de este acto tan simbólico y significativo para la experiencia masónica.

Ya todo está dicho, hoy inicia el largo camino del Aprendiz.

“Ventaja y buena vida para todos”

B.’.Pr.’. Salvatore Brienza, 33°

 

1 ¡Transmutaos! Transmutaos de piedras muertas en vivas piedras filosofales.

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