El tiempo y la Muerte

 
P
or Salvatore Brienza
A la memoria de la 
B.'. Pr.'. Mirtha Bastos de Friedmann
V.´. Prima Maestra de la 
Venta Carbonaria Estrella de Este N° 10

El tiempo es un convencionalismo humano que mide el espacio entre el presente y el futuro, entre el presente y el pasado. Es implacable y no nos da margen para maniobrar. Para cuando creemos haber hecho algo, bajo su presión, aquel momento que esperábamos ya ha llegado o se ha ido. Y aunque intentemos adelantar todos los tiempos posibles en nuestro día a día, el tiempo, inevitablemente, nos consumirá la vida.  

La Muerte: Más allá del Tiempo  

Sin embargo, hay algo más implacable que el tiempo: la Muerte. Ella es invariable, eterna y siempre presente. No está limitada por el tiempo, sino que lo trasciende; el tiempo se rinde ante ella.  

La Muerte es la liberadora de los sufrimientos y, al mismo tiempo, la niveladora de nuestra arrogancia y egoísmo. Como dice una frase filosófica: "La Muerte es tan generosa, que te da una vida para disfrutarla" Sin embargo, nos quedamos perplejos ante vidas tan cortas, como la de un ser que nace, da unos respiros y muere. ¿Cuál es el sentido de ese breve instante que la Muerte otorga a un ser al que todos esperaban ver crecer y convertirse en alguien importante?  

Por otro lado, la Muerte es selectiva al dejar con vida a quienes han hecho daño a otros. En ambos casos, cuando se presenta y cumple su misión, nos envuelve el dolor y el llanto. "Desde el momento de nacer, ya somos viejos para la muerte", dice otra frase filosófica.  


La Reina de la Vida  

La Muerte es insensible, ineludible y nos abruma con su presencia. Le tememos porque nos recuerda nuestra fragilidad. Pero, paradójicamente, también es la misma puerta por donde entramos y salimos. La vida es la entrada al reino de la Muerte, porque ella es la verdadera Reina de la Vida.  
Las religiones nos enseñan a estar preparados para cruzar ese umbral que la Muerte abrirá un día. Nos brindan la "esperanza" de reencontrarnos con aquellos que han partido antes que nosotros. En este sentido, todas las creencias nos hablan de un momento en el que, supuestamente, vencemos a la Muerte. Sin embargo, pocas nos enseñan que ese instante es un paso para el que debemos estar realmente preparados.  

Reflexión y Trascendencia  

Aquellos que tenemos la dicha de "conocer la Acacia" sabemos que salimos del Occidente, pasamos al Sur, luego al Norte y finalmente llegamos al Oriente Eterno. Lo hacemos con pasos firmes, intentando vivir con rectitud y trascendiendo la materia.  
Cuando nos enfrentamos a un cuerpo vacío de vitalidad, sentimos su fría presencia interpelándonos. Lloramos la ausencia del abrazo, del calor, de una mano cálida, de las risas, las bromas, las discusiones. Mientras tanto, la Muerte, imperturbable, ya ha fijado su mirada en el siguiente que, sin saberlo, está viendo acabarse su tiempo.  


In Memorian


La Muerte, en su inexorable camino, ha llamado a nuestra B.´. Pr.´. Mirtha Bastos de Friedmann, recordándonos, una vez más, la fragilidad de la vida y la certeza del destino que a todos nos espera. Su partida nos deja el vacío de su presencia, pero también el legado de sus acciones, su amor y su ejemplo.
Nos duele la ausencia, nos entristece su partida, pero sabemos que su viaje no es un final, sino un tránsito hacia el Or.´. Et.´.
 Allí, en la plenitud de la luz, seguirá brillando su memoria entre aquellos que la conocieron y amaron.
Que su recuerdo nos inspire a vivir con integridad, con amor y con el compromiso de dejar huellas imborrables en quienes nos rodean. Mientras tanto, la Muerte, siempre vigilante, espera pacientemente el momento en que cada uno de nosotros también deba cruzar ese umbral.

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