MI CUÑADA, LA MASONERÍA y YO

H.´. M.´. M.´. Silvio Benítez

06/09/2001

En una oportunidad, una persona me había dicho, casi con seguridad, que la Masonería es un Club igual a cualquier otro de los que existen en el mundo profano. En realidad, no le hubiese dado mucha importancia sino fuese porque esta persona...., es una Cuñada.

A raíz de este comentario he decidido escribir esta plancha analizándome como miembro de una Orden que se caracteriza por tener un Código de Conducta y el Amor a la Humanidad  como Método de desarrollo Espiritual de sus miembros.

Quiero empezar analizando la actitud y el conocimiento de un profano para con la Orden.  Y empezaré recordando qué sabía de ella. Realmente nada, solo parte de un todo.

Antes de iniciarme, sabía de su existencia por libros, revistas y comentarios muy variados. Creo que esa imagen han de tener todos los que de alguna u otra forma hemos ingresado a ella. Todos aprendimos algo antes de entrar, aunque no conocíamos la realidad.

Sabíamos poco o nada de la Orden.

Ingresamos a ella un poco por curiosidad, un poco por el deseo de formar parte de una de las sociedades iniciáticas que más poder tiene en el mundo, quizás para hacer buenos negocios,  por que fuimos invitados por un amigo o como creo, es en la mayoría de los casos, por el deseo de ir perfeccionándonos a través de la misma.

Pero, ¿quiénes ingresamos a ella?

¡Claro! Nosotros

¿Y nuestras familias?

¡También! Con nosotros.

¿Porqué? Si nuestras familias no participan de nuestras ceremonias a excepción de las Tenidas Blancas “ocasionales” o en las Post-Tenidas.

Creo que aquí, algunos cometemos un error que no debemos descuidar y ese error es individual, creer que nuestras familias están fuera del ámbito de la Orden sólo porque no participan de nuestras ceremonias o no conocen los misterios que nos enseñan.

Sin embargo, nuestras familias participan de todo y en todo, porque nuestra búsqueda de la perfección es para una mejor relación con los demás, con la humanidad y por sobre todo con nuestra esposa e hijos, nuestras familias.

En nuestros templos aprendemos la tolerancia, la solidaridad, la comprensión, la fraternidad y muchas otras virtudes que procuramos alcanzar.

Y es en nuestros actos y palabras  que nuestras familias ven los cambios que produce la Masonería y todos sus misterios.

Propongo que reflexionemos un poco.

Si yo he estudiado el Arte Real de la construcción, pues debo saber las medidas, los trabajos a realizar, el esfuerzo que lleva la realización de la obra y cual debería de ser el aspecto luego de terminada la misma.

Y sé también que esa construcción o Templo Interior guardará en su seno los más NOBLES PRINCIPIOS DE LA ORDEN, porque es ella la Verdadera Luz que opera los cambios.

Ahora bien, “la Masonería acoge en su seno a hombres libres y de buenas costumbres, amantes de la justicia, del amor fraternal, de la igualdad, de la libertad y nuestro Código Masónico nos habla de muchas cosas que nos ayudarán ser mejores. Nos dice del prójimo: “Ama al prójimo como a ti mismo” “Cada lágrima que tu rudeza les arranque, son otras tantas desgracias que caerán sobre ti” o de la mujer o esposa: “Respeta a la mujer, no abuses de su debilidad y no pienses jamás en deshonrarla”, y de los hijos: “Si tienes un hijo, alégrate; pero, tiembla ante la responsabilidad que se te confía”.

¿Será que estamos en condición de cumplir estos principios?

¡Sí! Creo que estamos

Creo mucho en los hombres de la Masonería de la que formo parte porque escucho todos los días el repicar del mazo y el cincel en las canteras interiores de mis HH\

Creo en nuestro Taller que ha visto muchos cambios en los OObr\, y es el fruto del trabajo intenso; porque hemos aprendido a disentir, a tolerarnos, a respetarnos,  a no ambicionar cargos o mandiles por el simple hecho de aparentar, a procurar enterrar los vicios y estamos elevando, lentamente, Templos a la Virtud.

Sí, los vicios y los errores........., debemos enterrarlos.

Porque hemos cavado fosas. Las fosas están hechas. Sólo falta la voluntad de todos nosotros de seguir cambiando. Constantemente, pero cambiando.

Cada uno puliendo su piedra bruta, cada uno encontrándose a sí mismo en su templo interior rodeado de los NOBLES PRINCIPIOS DE LA ORDEN, que es plan trazado por el G\ A\ D\ U\ y que debemos de imitar......, y vivir.

Así, cuando alguna Cuñada vuelva a decirme que la Masonería es un Club igual a los clubes profanos, podré responderle: “Mirad a mis HH\ y verás a la Masonería”.


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